Versos desde el Desierto
Veras… Si no andas con cuidado,
como cada paso y camino se convierte en un desierto,
árido, seco, infértil y sin posibilidades de cambio.
Como es lógico en los desiertos llanos, no hay nadie,
Porque ya se han ido todos corriendo
y los que quedan es porque algo encontraron ahí.
Eternas retiradas, materia en descomposición,
¿Como quedarse o irse?
Afuera eres responsable de tu trecho,
dentro te matan a secas.
De los Oasis:
Los desiertos parecen ser continuos, con protuberancias, hoyos y todas demás oscilaciones de onda. Normalmente (normalidad como referente a la realidad empírica) cuando se hace referencias a los desiertos, nos imaginamos el calor mercúrico que se desprende de los pies a la cabeza y contrariamente, la supuesta sensación de no concebir la posibilidad de que habite vida (los beduinos, por decir un ejemplo cultural, al conocer-vivr el desierto, encuentran sus beneficios en aguas subterráneas y demás recursos básicos para la construcción de vida en comunidad) fuera de los pocos que se acostumbraron ya; se detecta también que en un desierto las condiciones varían nociones que califican el grado de temperatura promedio o también su composición (ej: desiertos de sal o congelados) y que en algunos de estos los recursos se encuentren mas fácil o con la ayuda que se encontró en alguna herramienta humana(re significación de materiales, sofisticación de la técnica, etc); en unos otros ya es difícil darse cuenta que no hay vida probable, es el caso de los desiertos donde se niega el existir solo por no ¡cubrirse con atmosfera!
Ahora claro, se podría encontrar alguna coincidencia de la desertificación con la existencia de oasis como lugar en el que se concentra y amontonan las copas de arboles (no se), pero estas ramas indescifrables, enmarañadas se prestan al juego de la lluvia y las plantas.
Un oasis es un lugar, una meseta entre tanta ondulación, que permite la comodidad sea por un tiempo o sea únicamente de paso hacia otra meseta mas verde-azulada; aquí el oasis puede ser engañoso y peligroso si a todo ese montón lo sorprende el desierto caminando, sus inquilinos rodeando hasta secar el pequeño oasis; no solo ese engaño de lentitud suficiente para percatarse puede ocurrir al viajar entre islotes de verdor, los paradójicos espejismos de los que algunos desesperados hacen ganas como si pudieran salvarse zambulléndose en un lago que termina siendo mas desierto, del brinco hacia el agua se pasa a tener arena en las encías, toda la cara aquello que nos hace sentir el calor, el frio y todo eso demás que se frunce al instante en que la ilusión nos condena, solo por no haber experimentado lo que se captaba aparentemente cortes.
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