Te vendo tu vida.
Dibujo: Roland Topor |
Pensando esto mientras caminaba por una calle principal, se
oía a la gente agrupada riéndose y gritando al aire como si se tratara de un
mercado –Te vendo un sueñito-, otros iban caminando hablando sobre sus pagos,
nuevos acuerdos y tratos sobre cómo pagar sus vidas.
Unos hablaban sobre cómo pagar con sexo pero al final del
sueño, terminarían destruidos y prostituidos; otros pagando con dinero, otros
pagando con tiempo o haciendo asociaciones para trabajar conjuntamente en el
robo de las ideas, para exprimir la imaginación del primero que apareciera con
una buena idea que robar, habían diamantes increíbles, que brillaban de pura
imaginación, las ideas decadentes y malas eran las que se usaban para
atemorizar a los malos pagadores; primero se les empalagaba con un buen trato
de pago y luego se les sacudía el sentimiento con pesadillas en vigilia, el
pago dependía de lo que ocupara el vendedor, así pues, una idea de vida que
estaba ya en práctica y demostraba su eficacia, era robada y re vendida, pero
si el que la pensó y fue asaltado no podía pagarla con nada que fuera de la
necesidad del arrebatador, el pensador nunca la podría recuperar.
Me daba una gran tristeza, porque yo regalaba pensamientos,
solo porque al saber esto, mi imaginación se dirigía solamente a recrear
pesadillas una y otra vez, defendía mis pocas buenas ideas, instalando
pesadillas por todo lugar, solo como medida para resaltar lo bueno dentro de mi propia chatarra.
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