Koyré: Constancia e inconstancia en la revisión precisa de la ciencia (o discontinuidad en la teorización)
E
n el texto de Koyré -Pensar la ciencia-, se exponen una serie de ideas constantes sobre la manera en la que se puede hacer una historia de la ciencia, una filosofía de la ciencia y por lo tanto también una historiografía de los hechos científicos; son constantes en el sentido de que aparecen expresadas de diferentes formas y argumentadas a lo largo de los capítulos de –Pensar la ciencia-, están presentes explícitamente desde el primer capítulo hasta el último y son las que componen los términos de su exposición sobre el carácter filosófico de la ciencia. El presente ensayo hace una aproximación al texto para establecer los supuestos de los que parte el autor, su manera de argumentación y la cualidad de los argumentos que esboza y precisa a lo largo de su escrito; la manera en que se aproxima al teto de Koire, es de acuerdo a ciertas preguntas sobre las cuales se establecerán primero las argumentaciones del autor y luego se procederá a las preguntas que se formulan a manera de una petición sobre la naturaleza por ejemplo de la relación histórica entre filosofía y ciencia o entre tecnología y ciencia; las preguntas sobre la interpretación a realizar, son: ¿cómo posible afirmar algún grado de continuidad en la ciencia? Y si es posible desde la visión del autor afirmar un grado de continuidad ¿a que corresponde la continuidad y a que corresponde la discontinuidad? Estas preguntas podrían verse un poco tendenciosas o que poseen supuestos, porque si no, ¿Cómo sería posible afirma la posibilidad de una gradualidad o incluso de una asignación específica a lo continuo y a lo discontinuo?
n el texto de Koyré -Pensar la ciencia-, se exponen una serie de ideas constantes sobre la manera en la que se puede hacer una historia de la ciencia, una filosofía de la ciencia y por lo tanto también una historiografía de los hechos científicos; son constantes en el sentido de que aparecen expresadas de diferentes formas y argumentadas a lo largo de los capítulos de –Pensar la ciencia-, están presentes explícitamente desde el primer capítulo hasta el último y son las que componen los términos de su exposición sobre el carácter filosófico de la ciencia. El presente ensayo hace una aproximación al texto para establecer los supuestos de los que parte el autor, su manera de argumentación y la cualidad de los argumentos que esboza y precisa a lo largo de su escrito; la manera en que se aproxima al teto de Koire, es de acuerdo a ciertas preguntas sobre las cuales se establecerán primero las argumentaciones del autor y luego se procederá a las preguntas que se formulan a manera de una petición sobre la naturaleza por ejemplo de la relación histórica entre filosofía y ciencia o entre tecnología y ciencia; las preguntas sobre la interpretación a realizar, son: ¿cómo posible afirmar algún grado de continuidad en la ciencia? Y si es posible desde la visión del autor afirmar un grado de continuidad ¿a que corresponde la continuidad y a que corresponde la discontinuidad? Estas preguntas podrían verse un poco tendenciosas o que poseen supuestos, porque si no, ¿Cómo sería posible afirma la posibilidad de una gradualidad o incluso de una asignación específica a lo continuo y a lo discontinuo?
Evidentemente el ensayo a
desarrollar puede ser motivado por algunas otras iluminaciones procedentes
desde otro tipo de teorías sobre la historia y filosofía de la ciencia, sin
embargo se ha tratado de formular las preguntas y las conclusiones, de una
manera neutra, intentando limpiar la perspectiva para no involucrar amalgamas
teóricas; así es como se ha procedido para poder entender a Koire desde sus
misma propuesta, libre de demasiadas externalidades, o libre también de la
pretensión de conciliación de las propuestas diversas sobre una interpretación
del quehacer científico, desde la filosofía y la historia.
A lo largo del escrito se
presenta una recurrencia a los datos historiográficos, tal es la especie de
aproximación koyreana sobre la ciencia, que dan una perspectiva de continuidad,
es decir de génesis de ciertas otras concepciones científicas, cuestiones como
los descubrimientos son presentados como fenómenos que han fomentado el
-avance- o cambio científico (y posiblemente también el carácter teórico); sin
embargo también se presentan maneras de comprender, es decir se recurren a
elementos de filosofía de la historia, para comprender un estado del conocimiento.
En este momento de la reconstrucción teórica Koyreana, la confusión entre
-avance y cambio- científico es primordialmente aclarable, pues de ella
depende, como se propone en las preguntas planteadas con anterioridad, la
ubicuidad de las constantes y las variables de la ecuación para una elaboración
de la historia y filosofía de la ciencia. Es decir, si hablamos de avance,
suponemos una progresión de algo, una sofisticación, sin embargo el cambio supone
por lo menos algún grado de discontinuidad, una perspectiva nueva, una nueva
concepción de los hechos estudiados por la ciencia, y en ese sentido el primer capítulo
de –Pensar la ciencia-, se dedica a establecer los niveles de análisis para una
historia de la ciencia, proponiéndose a la vez, entender que equivale a un
cambio y que a un avance.
Es también necesario
mencionar que para el desarrollo y comprensión tanto de este texto como de la
propuesta koyreana con respecto a lo que avanza y lo que cambia en –Pensar la
ciencia- se necesitara desarrollar el concepto de -filosofía en la
ciencia-,-ciencia -, -tecnología-, -técnica-, -medición- y demás términos
demostrativos, así como la relación
ciencia-tecnología-técnica; además de atender las consecuencias
instrumentales de la precisión y la tecnología en las elaboraciones del objeto
científico.
Otra constante, no tanto
de ideas, sino de procedimiento histórico, radica en remitir ciertos
comportamientos de la ciencia y de los personajes involucrados en las escenas
atinentes, a un carácter psicológico, esto pues se diferencia del estudio
epistemológico por el hecho de constituir una manera dispositiva ante los
hechos y los estudios epistemológicos de la ciencia, la técnica y la
tecnología, no necesariamente un freno correspondiente a la propia
epistemología del conocimiento científico, sino una disposición ante la
utilización del mismo; es tal la diferencia, que más adelante se precisaran
sobre la cualidad y calidad de los argumentos de carácter -epistemológico,
histórico y psicológicos-.
La elaboración de este
ensayo tendrá por tanto una secuencia de orden que se asemejara a la que posee
el texto analizado, pues se puede ver que el mismo esta ordenado de una manera secuencialmente
consecuente para una argumentación, aun cuando
la constancia de ideas sea identificable por ejemplo cuando la relación
filosofía-ciencia se demuestra en todos los capítulos o cuando hay ideas que
parezcan pertenecientes al último capítulo pero se encuentran en el primero (es
decir se comparten como argumento), esto podría ser por la razón de que cada
capítulo es un texto (articulo) separado que luego se secuencializa con los
demás.
critica de la historiografia de la
ciencia
La idea que Koyré propone
como fundante de su historiografía de la ciencia, es basada principalmente
sobre las correspondientes concepciones que se han desarrollado a lo largo de
una -ciencia física- como él la concepciona, es decir, la física en el sentido
koyreano es la manera en que se puede aplicar el rigor matemático como forma
demostrativa y mesurable de una especie de fenómenos físicos que no se reducen
a la utilización de estas demostraciones en los estudios astronómicos. La
especie de física sobre la que Koire tiene afición, no es la de una física
astronómica, aun cuando esta posea la característica medición geométrica y matemática,
la elevación progresiva de la física radica en que la naturaleza en su entereza
es sometida a la demostrabilidad matemática y geométrica, a la observación cuantificada;
y este sometimiento de la naturaleza, es proporcionado por el hallazgo de una
regularidad, de una cierta mecánica celeste que es propagada por todo objeto
existente. En Copérnico el espíritu de la fisicalización del mundo comienza a
dar frutos científicos de una nueva naturaleza no celeste, es decir se
terrenalizan estos avances y se aplican tales conocimientos físicos al
comportamiento de los objetos cotidianos, esta es la calidad de la revolución
copernicana, y es este el momento en que Koire puede hablar de una -ciencia
física- y no ya de una mecánica celeste o de una Astronomía.
Sin embargo, la
concepción de esta manera del progreso científico, nos privaría de entender de
manera cabal un origen de tales cambios y sobre todo de ¿Por qué no se habían
aplicado antes estos conocimientos matemático-geométricos sobre la física
terrestre?, es el equívoco que Koyré señala sobre una historia positiva de la
ciencia, pues esta se fija solamente en los hallazgos propios de la ciencia,
una concepción que se explica por –la observación de cada vez más fenómenos- y
el ajuste del valor de las teorías científicas; tal concepción yerra en la
manera explicativa, pues no explica lo que debería, la difusión de la ciencia,
la aceptación de una ciencia solo por su formalidad o simplificación teórica
como se menciona al principio del libro: “Así por ejemplo, en el caso de la
astronomía copernicana no sólo había que elegir entre una teoría de los movimientos
celestes más simple y otra más complicada, sino también entre una física que
parecía más simple (la de Aristóteles) y otra que parecía más complicada, entre
la confianza en la percepción sensible –como muy bien lo observó Bacon-3 y su
rechazo en aras de una especulación teórica, etc.”(Koire, 1994, p. 47)
La explicación de tales
maneras de hacer investigación a saber, la poca relevancia de las explicaciones
físicas terrenales por la matemática y geometría antes de Copérnico, la ofrece
el marco de análisis koyreano desde lo que él llama una –subestructura filosófica-
de la ciencia, es decir un marco epistémico que acompaña a los cambios de la
ciencia (física, por ser la utilizada por Koire) en sus concepciones del mundo;
Esta es la faceta de análisis epistemológico de la ciencia, la cual se refiere
a un “horizonte filosófico de las teorías”(Koire, 1994, p. 47).
El papel de la filosofía
en la ciencia, es la de una acompañante, sin embargo la relación es doble en
ese sentido, o puede ser doble si se quiere, a saber, la una puede influir
sobre la otra; la primera postura de Koyré es un poco ambivalente en ese
sentido pues no muestra una determinación de entrada con respecto a la ciencia,
y esto tendrá que ver con los demás factores que componen su manera de
comprensión del papel de la filosofía en a ciencia, las partes epistemológicas,
la históricas y la psicológicas. La modulación de esta doble relación la va a
hacer Koyré de una manera bastante cabal, pues hace notar que muchas de las
historias de la ciencia han dejado de lado el horizonte filosófico de la ciencia
como manera de explicar la inclinación
de una teoría científica por otra, además de que la ciencia misma olvida su
horizonte filosófico una vez que ha sido establecida como perspectiva científica
validada y difundida.
La doble relación es
entonces comúnmente representada desde los casos de “Descartes, de Leibniz, de
Kant-, en compensación se habla mucho menos, o no se habla en absoluto, de la
influencia de la filosofía en la evolución el pensamiento científico.” (Koyré,
1994, p. 48). Las primeras páginas de la conferencia, se dedican a hacer una
acumulación de argumentos insuficientes que por así decirlo, fundamentan luego
la especificidad de la argumentación koyreana sobre la influencia filosófica en
la ciencia.
En general el
desplazamiento de la lógica koyreana pasa desde una crítica a la explicación de
la ciencia por su funcionamiento mismo, en una suerte de historia positiva,
adoptara luego la postura de la doble relación ciencia-filosofía, y finalmente
su argumento probatorio es el opuesto totalmente a los argumentos de otros
historiadores, es entonces el planteamiento sobre que en la historia de la
ciencia comúnmente se ha dicho que “ideas paracientíficas o ultra científicas
que hayan guiado a un Descartes, un Newton o un Maxwell hacia descubrimientos a fin de cuentas tienen escaso o nula
importancia” (Koyré, 1994, p. 49). Lo que se trata de argumentar no es solo que
la consonancia entre las ideas filosóficas y las científicas es un hecho
importante a considerar, sino que incluso las concepciones de una subestructura
filosófica específica para una ciencia (la física en este caso), da sentido a
los objetos que ella estudia y sus comportamientos en el mundo objetual; es
siempre esta subestructura un “cuadro de ideas, de principios fundamentales, de
evidencias axiomáticas que habitualmente han sido consideradas como
pertenecientes a la filosofía” (Koyré, 1994, p. 52), aun cuando esta
subestructura filosófica o incluso metafísica sea posteriormente olvidada, es
decir muchas veces la tarea filosófica de esta subestructura cesa de
complejizarse cuando ya ha alcanzado su máxima difusión en el campo en el que
procede.
En la física, la tal
subestructura del horizonte filosófico ha tomado en la Historia de la ciencia la expresión de que
“Lo que cuenta es el descubrimiento efectivo, la ley establecida, la ley de los
movimientos planetarios y no la Armonía del mundo, la conservación del
movimiento y no la inmutabilidad divina (Koyré, 1994, p. 50), estos términos
metafísicos los que son paracientíficos o ultra científicos encontrados en
Newton, un ejemplo de la física de la naturaleza (no exclusivamente celeste).
Cuestiones que para la
época un poco posterior a los postulados newtonianos parecerían obviedades,
teniendo en cuenta una actitud psicosocial de las sociedades e historiadores
sobre el pasado de las explicaciones teóricas científicas. La ciencia es pues
también una estructura axiomática que debe ser estudiada desde ese punto de
vista, en consonancia con la filosofía que le corresponde directamente a su
subestructura. El estudio de la ciencia debe tener en cuenta los avances y
novedades desde la explicativa científica, pero siempre enmarcadas en su
estructura axiomática y sus paracientificismos filosóficos que le dan soporte a
las indagaciones, en ese sentido las concepciones filosóficas no son una serie
de supuestos dados y aceptados así no más por la ciencia, esta última debe
procesarlos de manera observacional, empírica, axiomatizar su funcionamiento y
conjunto de cuestiones atinentes a su campo especifico de investigación, en eso
consiste su avance. Y que como se ilustra con la lucha entre Leibniz y Newton: “resulta
en última instancia una oposición teológico-metafísica, y que no es una
oposición de dos vanidades o incluso de dos técnicas sino, aunque parezca imposible,
de dos filosofías.” (Koyré, 1994, p. 51)
El gran ejemplo
revolucionario, es portado por el cambio epistémico-científico del siglo XVII,
en la que ciertas concepciones son superpuestas ante un inminente tránsito, en
el que de nuevo se acude a la lucha entre filosofías que consideran cierta
precisión, la infinitud y una mecánica que se adapta a las observaciones y
además las demuestra clara, lógica y consistentemente. Se transita entonces de
la dinámica a la mecánica, transito que se ve reflejado en la sustitución de la
concepción de movimiento-proceso por la de movimiento-estado” (Koyré, 1994, p.
54), como un resultado de la lucha contra la dinámica abstraída desde la
filosofía aristotélica; la lucha se da en dos ejes principales como lo son la
concepción de infinitud traducida en “destrucción del cosmos” (Koyré, 1994, p.
54) aristotélico y la aplicación general
de la geometría y la matemática a la demostración física de la naturaleza (una
mecánica no solo celeste).
Lo que hace posible para
Newton y la filosofía natural subsiguiente no caer en los números despreciables
y atribuir las inexactitudes de los días, de los tránsitos celestes a errores
de medición u observación, es la noción de -infinitud y precisión-, ambas en
apariencia opuestas pero que se explican por la aparición y desarrollo
posterior de la concepción de cálculos infinitesimales (discordancia
Leibniz-Newton por la autoría), mientras que tales datos dados por un Copérnico
y un Galileo son explicables en su no despreciabilidad, por la excentricidad de
las elipses. En Newton entonces es primordial la consideración de datos que
antes se consideraban con inexactitudes despreciables y por eso la
experimentación, los datos empíricos toman un carácter ampliamente importante
pues de los depende la correcta comprensión de la mecánica natural. Newton va a
expresar la disposición sobre que “lo que no se deduce de los fenómenos, debe
ser llamado hipótesis, y las hipótesis, tanto físicas como metafísicas,
mecánicas o [que supongan] cualidades ocultas, no tienen lugar en la filosofía
experimental” (Koyré, 1994, p. 63). Aunque en realidad tales experimentaciones
proceden de un objeto científico elaborado con anterioridad y fundamentado para
las leyes que se han establecido por la matemática y la mecánica específica,
los datos observacionales son resignificados por el carácter del cambio de
cosmos, a saber un cosmos más allá de lo que Aristóteles aseguraba y no la
redondez sino la excentricidad lo que define a la mecánica celeste y de la
tierra.
Para este caso de interés
de Koyré, queda claro el carácter revolucionario, pues existe una suplantación
de mundos, de concepciones de mundo y de cosmos; mientras que en la concepción
filosófica de la física newtoniana se ven como un concepto como el de la infinitud
y la utilización de una geometría más sofisticada, proveen las bases para una
tarea empírica de investigación y la construcción objetual subyacente, que más
tarde en el s. XVIII provee la conexión entre concepciones teóricas ligadas por
normativas y legalidades, y son las objetualidades específicas, “los cuerpos
abstractos, las partículas y los átomos del mundo newtoniano” (Koyré, 1994, p.
64), las que definirán los fundamentos y valores de las observaciones de los
objetos comunes. No se puede negar el papel de la experimentación, ni de las
nociones filosóficas, pero en el caso Newtoniano-Leibniciano, son filosofías y
teologías lo que se oponen, es decir, se constata verdaderamente una visión de
mundo (del mundo conocido y como es conocido), y una interpretación positiva de
la filosofía newtoniana no dejaría de ser inexacta pues el principio divino es
inextraible del constructo newtoniano, como una causa del mundo.
El valor extremo de las
nociones filosóficas y el impacto en la axiomática científica, es el termino
principal de la Filosofía de la ciencia que propone Koire, pues dirá desde un
principio que cuando un marco filosófico sea indiscernible explícitamente de
una actividad científica, se debe a que este domina ya toda la actividad y esta
podría ser una causa de la explicación de algunos historiadores de la filosofía
como -Regina scientiarum-; en ese
sentido las concepciones filosóficas pueden producir un estado de letargo
psicológico (pues impide cierta aplicación a pesar de poseer lo necesario para
el avance) que impide también un avance científico mayor, o incluso un cambio
teórico, la importancia de una revisión filosófica constante es entonces vital
para hacer evidentes las concepciones filosóficas conexas a la ciencia y
entender la disposición investigativa.
Las teorías cambian
entonces como producto de una oposición aún más profunda de filosofías, lo que
hace evidente una reinterpretación de datos, de teorías anteriores, para
demostrar que una teoría científica es insatisfactoria consigo misma (más bien
con los datos atípicos o despreciados), sin embargo si esto se demuestra, debe
ser bajo supuestos filosóficos que provengan de una nueva elaboración
subestructural y objetual, es decir una alternativa por lo menos medianamente
esbozada.
Koire va a decir, refiriéndose a su contexto (1954), que de nuevo parece
estarse gestando un cambio de concepciones científicas “pues la filosofía… ha
vuelto a ser la raíz cuyo tronco es la física y el fruto la mecánica” (Koyré, 1994, p. 69). La aparición
de las reflexiones filosóficas en la ciencia dan necesariamente la apariencia
de un cambio profundo en lo que se entiende de la ciencia moderna; él va a
decir que el fondo filosófico parece ser un Platonismo democríteo, tanto
como en “La revolución del
siglo XVII, que anteriormente he llamado «el desquite de Platón» fue de hecho
el efecto de una alianza, la de Platón con Demócrito. ¡Extraña alianza!...Objetos
de una extrapolación teórica, se bañan, sin verse afectados, en el no ser
necesario y eterno, objeto de un conocimiento a priori, del espacio absoluto.” (Koyré,
1994, p. 59), tal como la alianza entre la negación de un absoluto
empírico en Einstein y la experiencia en Mach, da como resultado la
negación de los absolutos empíricos (una especie de ciencia escéptica) pero la
accesibilidad de la experiencia local (relativa) para un conocimiento general.
Ciencia y tecnología,
episteme y techné.
El problema del progreso
científico y su ubicuidad dentro de elementos que confeccionan la imagen del
mundo, es también atribuible a cambios sobre las maneras en que las técnicas se
aplicaban, sobre el concepto mismo de la técnica y el nutrimento con el que
contaba. No solamente se explica el progreso científico por el progreso
filosófico, desde lo anteriormente establecido, más bien parece que los
diferentes ánimos científicos (animo más bien filosófico, platónico,
aristotélico, democríteo) son invariables salvo cuando se asume una
epistemología que permite lógicamente recurrir a cierto tipo de interpretaciones
de datos y a cierto acceso a los objetos; es decir el cambio de una ciencia
puramente empírica pero también solamente aproximativa, que solía omitir las
mediciones despreciables(Aristotélica), a una con conceptos en términos
absolutos en los que la medición jugaba un papel de precisión (Platónica) y
luego la extrañeza platónica-democrítea del escepticismo sobre las percepciones
pero la medición rigurosa en consonancia con los espacios absolutos platónicos
auto consistentes, obviamente con la imagen de fondo del infinitismo cósmico, o
por lo menos la perspectiva ampliada de la constancia identitaria.
La pregunta koireana
sobre la técnica antigua y el maquinismo occidental del siglo XVII y XVIII, es
¿Por qué no existió una tecnología en la antigüedad si existía un avance
técnico suficiente?, el recorrido hace una afirmación sobre el estado de la
tecnología, su característica particular y la valoración que de la misma se
hace con respecto a su uso; para comprender qué separa el avance tecnológico y
el maquinismo, es necesario hacer una revisión de la filosofía de la época
sobre las consecuencias, el maquinismo es un espíritu de utilización de la
tecnología, un espíritu en el sentido de una forma psicológica de entenderse
con la propia fuerza de las máquinas y la humana. El maquinismo es el sistema
de empleo general de la tecnología mecánica y técnica para la elaboración de máquinas
y la difusión de las mismas, Koyré en su amplia visión de lo que es la máquina,
va a definirla de manera austera al decir que “la máquina, me refiero a la
inteligencia técnica del hombre” (Koyré, 1994, p. 85)
La disposición especial e
ideal que se tenía de la maquina cerca del siglo XVII, tiene que ver con el
descubrimiento de la potencialidad de las mismas con respecto a las capacidades
que podía llegar a desarrollar como una herramienta para el trabajo humano, es
más ya eran utilizadas con anterioridad ciertas formas de aparatos técnicos para
labores cotidianas, agrícolas y demás, pero estas no consistían en más que
herramientas, tampoco generaban un empuje técnico demasiado grande hasta la
difusión de estas y la consideración del maquinismo. La imagen que tenía por
ejemplo un Descartes frente a las maquinas o los autómatas; “volvernos como
dueños y señores de la naturaleza, de la naturaleza exterior por la mecánica y
de la naturaleza de nuestro cuerpo por
la medicina” (Koyré, 1994, p. 74). Esta era la perspectiva de una persona que
las miraba desde un nuevo punto de vista histórico, una valoración, una actitud
epistemológica y psicológica que no se conocía antes, aun existiendo medios
técnicos para la creación de máquinas desde la antigüedad.
En eso consiste la
evaluación Koyreana de la episteme, la techne, la tecnología, no solo basada en
lo que los historiadores positivistas se acreditan como los hechos propios de
naturaleza científica, sino en una serie de procedimientos permitidos por las
disposiciones psicológicas de los pensadores y científicos; es decir la
existencia de máquinas por si mismas no generan un avance revolucionario hasta
que se les concede la capacidad de volvernos -dueños y señores-, una capacidad
que no puede ser más que una evaluación o una curiosidad psicológica, pero a la
que Koire le atribuye bastante peso explicativo.
Existe entonces una
relación entre la tecnología y la filosofía, no solo filosofía de la
tecnología; es decir las relaciones subestructurales de los pensamientos
específicos que establece Koire, son básicamente, las -consideraciones
filosóficas-, las -científicas-, las tecnológicas y por último la –técnica- o
las referentes a oficios, conservando las relaciones de descenso de la primera
a la última, es decir es imposible una técnica sin algún avance epistémico, de
igual manera los avances tecnológicos o científicos; aunque se pueda decir que
la tecnología es la -ciencia aplicada a la técnica-. Lo que se considera el
sueño cartesiano de las artes, técnicas y tecnología “para poder hacer nuevos
descubrimientos” (Koyré, 1994, p. 74), se va a ver truncado por las reflexiones
sobre el avance tecnológico, también radicadas en la psicología pero referidas
a hechos reales, aunque parece que no lo suficientemente atendidos; el
maquinismo puede entenderse si antropomorfizaramos a las máquinas, como a ellas
mismas pensando su parte humana, cómo ellas (y los humanos también que vivían
el maquinismo) tenían que considerar el deterioro del material humano y oponer
entonces el “progreso tecnológico vrs el deterioro del material humano” (Koyré,
1994, p. 77), evidentemente el problema de que las maquinas no se autorregulan
ni funcionan sin su parte humana (maquinista u operario en la modernidad)
inclina hacia pensar que “corresponde al hombre saber que uso hará de su poder
y de sus ratos libres” (Koyré, 1994, p. 80). Un elemento que Koyré no señala,
sin embargo trata de limpiar estas concepciones psicologistas por medio de la
introducción de la filosofía en la tecnología, es que sin embargo fue imposible
al ver el fallo del maquinismo, o sea, -el deterioro del material humano-,
reaccionar de una manera tecnológica para darle solución tecnológica
igualmente, el maquinismo no solo ya había acumulado suficientes conocimientos
que emprender prácticamente sino que se olvidó en gran parte de la filosofía
como constructora de problemas y a la ciencia como resolutora; otro posible
esquivo de esta tecnologización del problema del -deterioro humano- puede
deberse a la imposibilidad material de crear una máquina que no provocara tales
efectos.
El particularismo del
siglo XVIII con respecto a las máquinas y su potencial, la conversión de la
ciencia a la tecnología y los conocimientos antes de naturaleza epistémica que
fueron transmitidos a la solución técnica, es pues la de una pensamiento que
veía posible el potencial y la capacidad de una tecnologización de la vida
cotidiana y de la industrial
El industrialismo es una
variante de este maquinismo preponderante, si el maquinismo es la especial
atención a el funcionamiento de las máquinas, el industrialismo es la
aplicación difusa de las técnicas desprendidas de tal cuestión, en esta etapa,
como antes mencionaba, se podría creer que no existe ya una preponderancia de
la filosofía y de la epistemología, sin embargo es necesario (para Koyré) realizar
un estudio detenido de las opciones demostradas por los pensadores en el
maquinismo, para descubrir la epistemología de la –precisión- y en el caso del
industrialismo, precisión servil a la producción. El industrialismo es pues una
difusión maquinista a la producción, es en ese sentido un avance técnico en el
transporte, en el armamento, hasta tener
repercusiones en los movimientos demográficos explicados por el nuevo tipo de
trabajo de obreros y operarios o incluso la creación de los estados modernos.
El psicologismo va a
amalgamarse con la perspectiva histórica koyreana para producir entonces una
unidad de análisis llamada –evolución de las actitudes-, a saber sobre las máquinas,
en este sentido, o en el sentido de la evolución de las actitudes generales con
respecto a los conocimientos -epistémicos-, esto como manera de “explicar no el
progreso sino el estancamiento” (Koyré, 1994, p. 87)
La pregunta inicial de
este apartado sobre la ciencia y tecnología, episteme y techne, la que se
elabora a propósito del porqué del estancamiento antiguo con respecto a una tecnología
posible, tiene que ver entonces con- las actitudes- que se tenían con respecto
a la valoración del conocimiento teorético, contemplativo, la episteme; en el fondo
radica una división entre la teoría y la práctica que se va a expresar por el
–desprecio antiguo (griego) del trabajo manual (y del comercio en favor del
estudio), y el cuidadoso(ambivalente) trato de la arquitectura (ingeniería)-.
A pesar de las actitudes,
no podemos olvidar la epistemología especial que incluso en la ciencia
tecnológica va a producir reverberaciones a lo largo de la historia, en la cita
a pie de página número 27 de la segunda sección del libro se escribe: “de la
recuperación de Arquímedes salió en el siglo XVII la física matemática primero
y el cálculo infinitesimal después” (Koire, 1994, p. 95), entendiendo el salto
retrospectivo a la antigüedad para entresacar comparativamente que los avances
del s XVII, no fueron posibles por el peso de la –actitud- de desprecio a lo
manual, entendiéndose como esto, la ciencia, la técnica e incluso la
arquitectura era una aplicación artística (una techne), no una ciencia física,
era en si una aplicación artefáctica de postulados matemáticos a un mundo que
era naturalmente irregular. Se sique para Koire que “si el mundo antiguo no
desarrollo el maquinismo y en general no lo hizo progresar la técnica, es
porque estaba ante algo que no tenía ninguna importancia” (Koyré, 1994, p. 96),
es decir, no se le encontraba la importancia, la techne entendida como oficio
era una degradación de la episteme en el sentido que no podía llegar a
desarrollar más que conocimientos técnicos, no se elevaban la techne, tampoco
producían las particiones sofisticadas y valorativamente graduadas de
–episteme, ciencia, tecnología, técnica-, se procedía por las valoraciones
antiguas (que se han conservado de alguna manera) de episteme-techne y
teoría-praxis. Atribuyendo un papel innovador (como lo hace también Koire
actualmente) a la episteme sobre el tradicionalismo de la techne.
En la instancia de la técnica
de la historia moderna se encuentran más bien los valores ciudadanos del -ingeniero,
el mecánico, operario y obrero- en orden respectivo a su tradicionalidad y
desposesión de conocimientos innovadores, entonces posesión de conocimientos de
oficio, ya que en la antigüedad existía también “dependencia de la técnica
respecto de la ciencia… (y además, la) ciencia griega no elaboro una
tecnología” (Koyré, 1994, p. 114, paréntesis introducidos)
La existencia de un
pensamiento técnico es innegable con la aparición de tales organizaciones
específicas de la técnica y la tecnología, sin embargo como en la antigüedad,
el pensamiento técnico necesita una ciencia aplicada para generar la especie de
bagaje necesario y especifico, patrimonio de la actividad técnica, una
–tecnología- como tal se describe, no se llevó a cabo en la antigüedad por la
manera de aplicación matemática y la cualidad de la physis antigua, ni se da
tampoco la utilización difundida de las maquinas mecánicas para resolver
problemas prácticos. Una afirmación general que tanto en la técnica antigua,
como en la tecnología contemporánea, es la de que “la historia de la técnica
esta inseparablemente unida a la historia intelectual y no puede separarse de
ella” (Koyré, 1994, p. 122). Sin embargo, esta es la thesis interna de la
explicación psicológica, pues no solo la matemática y la física era solo
unificada en la astronomía y no en la
medición sublunar del mundo, sino que tampoco existían las disposiciones
psicológicas difundidas sobre emprender una técnica en este sentido, no era
importante y más aún, siendo el mundo (por ejemplo las horas del día y la
noche) oscilante en cuando a las mediciones y las leyes físicas de este eran
-no evidentes-, era inconcebible (antiguamente) aplicar la matemática y
geometría salvo que no fuera en oficios artísticos, por tanto incluso una
posible ciencia o reflexión técnica, no escapaba de la -Techne-. Va a concluir
Koire en sus propias palabras que: “La explicación psicosociológica del estado
y del estancamiento de la técnica antigua (y en especial de su ignorancia del
maquinismo) que he comentado más arriba descansa totalmente sobre la premisa
implícita de la dependencia de la técnica respecto de la ciencia“(Koyré, 1994,
pp. 113-114).
La -Precisión- y el-Infinito-
El cierre del marco
reflexivo sobre la ciencia, se lleva a cabo con la elaboración en el último
capítulo, de un recorrido socio historiográfico y de las disposiciones
psicológicas y epistémicas de sobre las implicaciones de la introducción y
penetración de los conceptos del -infinito y la precisión; las posibilidades
además de que estas dos concepciones en apariencia contrarias sean aplicadas al
mundo y se conviertan en categóricas, es decir se vuelvan ciencia.
Repercusiones tanto como
causantes de posibilidad de los avances maquinista y el posterior
industrialismo, son la atención especial que se le hacían a la precisión desde
que se encontraron relaciones entre números infinitesimales, los cuales pueden
constituir unidades medibles por otros medios, es decir la infitita división de
un entero y la posible expresión numérica de tal fenómeno se encuentra como una
curiosidad matemática, la cual es acogida en la experimentación cuando se hace
explicativa la variabilidad de los días por mecánicas celestes con
excentricidades variables; lo que se afirma en el primer apartado de este texto
propio sobre Koire, es que el descenso
de la dinámica galileana o la mecánica newtoniana, sobre el mundo es explicable
como una reflexión conciliativa a manera de perspicacia teórica, de
experimentos teóricos que eran posteriormente dados a experiencia, sin embargo
la experimentación (galileana apropósito del tiempo y la medición) nacen de la
urgencia cognitiva, y de la curiosidad expresada en la fabricación de
artefactos más precisos y las maquinas necesarias para su elaboración. Es
decir, la disposición psicológica y epistémica, se dirigían hacia el mismo
objetivo, el descenso de la precisión sobre el mundo del -sentido común-, lo
cual como se decía comienza con la creación de artefactos para las mediciones
del tiempo, del espacio, de los pesos, por el solo hecho de comprender las cosas
como medibles bajo estos conceptos.
Sin embargo el punto
crítico de la medibilidad, se realiza en la precisión, lo cual presupone un
gran interés sobre la exactitud de las mediciones y las posibilidades de que
una reflexión epistemológica, dé sentido a la exactitud encontrada (más bien
antes ignorada); el estado especial entre el concepto de medibilidad y su
utilización como exactitud, hace que se pueda hablar de aproximación o de
ciencia, de química o de alquimia, de tecnología o técnica; concorde a esta
idea de la primacía de las concepciones filosóficas en el sentido de las
observaciones, se menciona que “no es la insuficiencia de técnica, es la
ausencia de la idea lo que nos da la explicación” de la existencia de ciencia o
no (Koyré, 1994, p. 131), sin la idea “no se mira hasta que no se sabe que hay
algo que ver” (Koyré, 1994, p. 131, cita al pie 16)
En este respecto la
característica diferencia entre instrumento o herramienta radica también según
Koire en la espiritualidad aplicada, y también expresada por la exactitud, la
postura epistemológica y la disponibilidad psicológica a la experiencia. Así
por ejemplo la herramienta se refiere inmediatamente a la técnica o a los
oficios, algo que “prolonga y refuerza la acción de nuestros miembros, de nuestros
órganos de los sentidos, algo que pertenece al sentido común” (Koyré, 1994, p.
132) y es también relativo a la técnica; mientras que el instrumento, típico de
la ciencia y la particular precisión “no es una prolongación del sentido, sino
encarnación del espíritu, materialización del pensamiento” (Koyré, 1994, p.
132), referido más bien a la tecnología en relación a la ciencia; siendo que
podamos entender espíritu de la precisión como el estado particular de la
-postura epistemológica y la disponibilidad psicológica a la experiencia-, aun
cuando los instrumentos de precisión sean hechos para las tareas que plantea la
ciencia y sus problemas, pueden ser posteriormente objetos de generalización
relativa frente al avance técnico (eso plantea el autor ruso), pero que aun así
nacen “por necesidades puramente
teóricas… (y, por la) técnica moderna, técnica de precisión” (Koyré, 1994, p.
133)
Ejemplos que propone
Koyré para ilustrar la argumentación, son los del reloj (más aun el cronometro
y toda la historia de la cronología), la progresión de los lentes de vidrio en
catalejo y telescopio (de galileo), con la necesidad de exactitud y maquinaria
para la elaboración de lentes como tales; estos siempre estrechamente cercanos
a las experimentaciones científicas y al
“problema… tecnológico de la realización efectiva, es decir, de la ejecución
material, del modelo que había concebido” (Koyré, 1994, p. 149); uno particular
corresponde al caso de las nomenclaturas, el momento en que para los cálculos
económicos se adoptan los números arábigos y las matemáticas de calculo que
antes pertenecían a pocos como un saber abstracto, pues el conteo
tradicionalmente era realizado en números romanos, para pesos o conteos
imprecisos de la vida cotidiana.
En el texto Koyreano menciona
como tal una variante de -reproducibilidad-
de los instrumentos, no es solo su existencia y capacidad de producirlos, sino
la capacidad de reproducir para la difusión relativa tales artefactos, la
reproducibilidad de los artefactos marca la capacidad además del estudio de las
maquinas desde la precisión en estas pues antes su estudio era aproximado y
vale decir, también métricamente desproporcionado; igualmente en la química
como se decía anteriormente, tuvo que ver la precisión de nuevo, realizada en
la cuantificación de sustancias con un aparato propio, esto también daba una
posibilitación propia para la química, que era la medida y reproductibilidad
por tanto de los experimentos; anteriormente la experimentación era estudiada
de maneras poco exactas, y reproducibles de una manera experiencial, aprendidas
por la experiencia reservada a los iniciados en las artes experimentales, no
era posible la realización de recetas químicas sin los aparatos de medición y
observación, ni era posible la reproducción de máquinas sin el estudio exacto
de las mismas y sus proporciones mecánicas. La reproductibilidad en este caso
vendría a formar parte del juego de concepciones propias del estudio
tecnológico.
El otro termino vital es
el de infinito, el cual con forme avanza la historia, se va estrechando más con
el de precisión, si al principio la precisión se tenía como una medición de
elementos técnicos, incluso una concepción matemática epistémica en la
divisibilidad numérica, en lo infinitesimal ya se vislumbra la cercanía entre
estos dos conceptos, sin embargo en este caso, lo infinitesimal no se comprende
cómo –sin límites- no es para nada ese sentido, desde el primer capítulo de la
obra de Koire se dice que el “descubrimiento del carácter positivo del
infinito” (Koire, 1994, p. 58) va a impactar en lo que se considera la solidez
científica y filosófica del -platonismo
democríteo- como guía indagativa de la ciencia el cual incluso conduce al
descubrimiento de las partículas, de su comportamiento y el establecimiento de
la física de partículas. Sí, es un fenómeno histórico en la ciencia bastante
más adelantado a lo que Newton o Descartes conseguían alcanzar a ver, se
refiere más bien a las consumaciones teóricas de Einstein sobre la accesibilidad
de la relatividad local, lo cual “no es una objeción contra las nociones de
espacio, de tiempo, de movimiento absoluto; al contrario es una consecuencia
rigurosa de la estructura misma de estas” (Koire, 1994, p. 61), es decir la no
accesibilidad a la experiencia del absoluto.
Conclusiones
Una perspectiva bastante
completa es la de Koyré, sin embargo, acercada a la histórica y filosófica más
que a la estricta revisión lógica de los postulados axiomáticos, hay
consideración de los mismos como -subestructuras- de las ciencias, como
pensamiento tecnológico o como -normas de la técnica-. Para comprender el
progreso en Koyré, primeramente es detectable e incluso auto confesado, que la
técnica y la tecnología produce avances pues más que todo en los periodos
revolucionarios, avanza ella misma, pero sería imposible sin antes contar con
un bagaje que pueda ser transmitido a la técnica o la tecnología; la ciencia
avanza en sus periodos revolucionarios y da sentido a las observaciones, sin
embargo la época revolucionaria como -lucha de teorías- demuestra que es la
adhesión a nuevos marcos de posibilitaciones indagatoria los que hacen posible
darle sentido a observaciones y experimentos que antes eran considerados
despreciables, entonces no es lineal el progreso, sin embargo puede parecerlo.
Puede parecer también que las estructuras filosóficas son menos dinámicas que
las subestructuras científicas y así lo hace ver el autor cuando acredita
marcos epistémicos de la antigüedad a las actividades científicas modernas, el
avance en esta estructura filosófica es entonces más modesto, y además se torna
como alianza entre estructuras filosóficas que en la antigüedad solian ser
incluso contradictorias.
La tecnología: es una
aplicación de subestructuras científicas a la utilización de la técnica, es
además la realización técnica y posteriormente también experimental de la
ciencia; sin embargo son dos elementos diferentes que han de ser
metodológicamente tomados por separado, para poderlos comprender en su entereza
y potencial.
El descubrimiento: es un
producto de la visibilización particular que hace la teoría subestructural de
la ciencia considerando las concepciones filosóficas, actualmente la
-precisión-; es posible además por la necesidad teórica de la medición y la
exactitud de los datos de experimentación, es decir, lo que antes se
posibilitaba como no significativo, adquiere relevancia en un cambio
subestructural (no necesariamente de la perspectiva filosófica) y es una
necesidad tambien teórica hacer susceptibles los datos de medición exacta.
Lo mayoritariamente
discontinuo se presenta en dos acepciones bastante cercanas y confundibles, la
primera es la discontinuidad que se produce por el cese del avance
epistemológico, es decir el estancamiento epistémico, sin embargo eso no
significa que el avance antes realizado se haya traducido en generalización
desde una tecnología especifica o una marco subestructual para la ciencia,
entonces en un momento de estanque epistémico, puede relucir el maquinismo como
aplicación acelerada de las tecnologías antes confeccionadas en una especie de
permeabilidad de la técnica, para este caso la discontinuidad es como la que se
afirma con la expresión de la -Regina scientarum- en decir la filosofía
difundida deja de ser revisada al haberse adoptado ampliamente. La segunda
forma de discontinuidad pertenece a la adopción de uno u otro marco filosófico,
como cuando se reafirma el platonismo con los absolutos newtonianos en
detrimento del aristotelismo ptolemaico reinante.
Entonces el avance tecnológico
o científico, una vez dada la adopción de un sentido filosófico, se traduce
como la aplicación de los conocimientos que permite tal adopción, para así
crear un marco subestructural y especifico, para cada ciencia, sea física,
médica o química (las cuales comparten algunas concepciones que antes fueron
expuestas); el avance y la acumulación tecnológica es solo entendible bajo la
existencia de una subestructura que de unidad a los avances antes dispersos que
no conformaban una fuerza única.
Las lentas transferencias que se realizan despues de una revolucion cientifica en cuanto a un cambio de horizontes filosoficos, pueden traducirse bajo el conceopto de subestructuracion, en donde se realiza la sustentivacion de las teorias de acuerdo a sus campos especificos de accion y objetualidad; la generacion de tecnicas y tecnologias consecuantes con las subestructuraciones, se pueden entender desde un holismo semantico, sin embargo su prolongacion se debe no solo a la inexistencia de una contienda metafisica sino a la innexistencia del proceso de subestructuracion del horizonte filosofico de acuerdo a los principios asumidos.
Lo que Koire entiende como discontinuidad por asuncion de una u otra estructura metafisica que atribuya un orden especifico a las ciencias y al musndo estudiado, como el mecaniscismo o el empirismo puro; es un resultado de la separacion con caracteristicas definitivas, es decir particion del conocimiento entre cientifico y filosofico, la incomunicacion que existe entre estas dos disciplinas, o la falta de estudios pormenorizados que se orienten al establecimiento de sinonimias entre dos disciplinas formales, poca frecuencia ademas de que no exista una reflexion mantenida en este aspecto, provoca que problemas sobre la comprension sincronica de los problemas de una disciplina y otra, no sean resueltos, y por tanto los planteamientos de alguna ciencia pareceran universalismos artifisiosos, falsas generalizaciones, deficientes en la comprension, arrojados al relativismo o mantenidos por simple convencion, por un motivo de persuacion de numero e inercial. Estos fenomenos ampliamente tratados por autores como T.S Kuhn, I. Lakatos, Popper, Foucault, etc, lo que reflejan es la perdida de cientificidad de la propia ciencia, es decir los metodos de investigacion poseen alcances no especificados (fuera de la vision del investigador), o no distinguen entre cambios de concepcion del mundo y cambios reales de la estructura del mundo (carecen de metodos para esta dilucidacion).
Bibliografía:
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