Una silla cualquiera.



La prueba a manera de ensayo de laboratorio en que consiste encontrar aquellas conexiones perdidas entre cualquier objeto común y los alrededores de la vida, es una cuestión que últimamente me ha interesado y creo que no es totalmente inútil, pues pareciera que para cualquiera que lee esto y es medio ciego vera en esto un gusto de forma y palabra o talvez vera partes a las que le falto un poco de ingenio, siendo cualquiera la opinión que se hagan es pues la de un auténtico curador de arte y no la de un -contenidista-, esto porque la misma forma es “el velo transparente pero impenetrable de la confusión”(leer el manifiesto pánico). Por eso el tema de la silla, es pues un buen ejemplo de una experiencia aparentemente de la fracción cotidiana más insignificante.
La silla de Gauguin-Van gogh
La cuestión es, que la gente normalmente no pone atención al hecho de sentarse, a menos de que sea en su propia casa y se tenga el conocimiento que involucra elegir el mobiliario; me ha pasado a mí en actividades varias, que me siento con cuidado en un banco de plástico y luego cuando alguien se levanta me cambio a un banco de madera por la resistencia de este, lo bonito que se ve y otras consideraciones.
Varias veces la gente se incomoda y extraña al ver los cuidados que pongo al sentarme en una silla, pues me ven revisándolas, sentándome y poniendomendome de pie, luego volver a hacerlo con un movimiento de ojos que denota un pensamiento frenético; ahí es cuando alguien me dice –sentate y quédate quedito- yo quisiera hacerlo pero no me siento a gusto completamente y bueno, podría quedarme sin silla en verdad; otras personas más consideradas si recomiendan probar sillas diferentes antes de encontrar la final o bueno la final a veces termina siendo la última que se probó.
Dentro de esos cuidados al sentarse que uno tiene, está por ejemplo cosas que nadie se pone a pensar, buscar una silla normalmente es interesarse por su procedencia y su forma de construcción, materiales, forma, etc; no es por nada sino porque el hecho que yo en la mesa quiera una silla de madera significa que talvez otros la quieran y eso genera toda una industria estratificada de sillas más o menos bellas pero todas de madera, o de cualquier material; y bueno algunos no piensan esto y más bien por la pereza de pedir permiso para sentarse, buscar la silla, tener en cuenta su procedencia y mecanismo de producción económica, terminaran sentándose en cualquier silla o banco y quedándose dormidos como si se tratara de una competencia de dormitar. En esta competencia de entregarse al sueño posiblemente me ganen algunos mientras yo busco una silla y posiblemente termine por aprender a construirlas.

Cuando me siento, lo que respecta al material no solo lo considero por que resista este, sino que involucra todo un conocimiento de la propia anatomía, del peso propio, de las capacidades de poder sentarse, pararse, de cuidar la postura y la estructura ósea futura; esa forma de considerar la silla nos arroja hacia una introspección y reflejo de nuestro cuerpo y lo que hemos estado haciendo con él, eso para algunos puede resultar aterrador y para otros hasta una forma de realizar los ajustes para mantener la maquinaria corporal en un relativo orden de funciones. 

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